El frijol negrode grano pequeño sale muy bueno. Hay unos meses que la misma marca trae un frijol negro de grano normal y ese sale muy duro.

Desde el instante en que sostienes en tus manos este kilo de frijol negro, puedes intuir que no se trata simplemente de un ingrediente más en la cocina, sino de un verdadero tesoro gastronómico cargado de historia, nutrición y sabor. Cada grano refleja una cuidadosa selección, con un color uniforme y profundo que recuerda la fertilidad de la tierra de la que proviene.

Al cocinarlo, el frijol negro revela poco a poco su grandeza: su aroma terroso y envolvente se expande en el ambiente como una invitación ancestral, recordándonos que este alimento ha estado en la mesa de generaciones enteras. La textura que alcanza, cremosa y consistente, es un deleite tanto para quienes lo prefieren entero como para quienes lo transforman en caldos, cremas o guisos más elaborados.

El sabor es rico, robusto y equilibrado; tiene esa cualidad de ser al mismo tiempo reconfortante y versátil, capaz de realzar desde los platos más humildes, como un sencillo plato de frijoles de olla, hasta creaciones más sofisticadas: ensaladas tibias con hierbas frescas, sopas cremosas o incluso bases para reinterpretaciones de la cocina mexicana contemporánea.

En términos de nutrición, este kilo de frijol negro se convierte en una inversión en bienestar: es una fuente natural de proteína vegetal, fibra y minerales esenciales, ofreciendo saciedad y energía de manera económica y sostenible. Además, su conservación es práctica; bien almacenado, mantiene intactas sus propiedades durante largos periodos, garantizando siempre una despensa confiable.

En conclusión, este kilo de frijol negro no solo es un alimento: es un símbolo de tradición, salud y sabor auténtico. Un básico que, por su nobleza y calidad, merece un lugar de honor en cualquier cocina. Recomendarlo es fácil: pocas cosas reúnen tanto valor en tan poco espacio.

Está muy bien 🤙🏻